A primera vista, me pareció interesante que se hayan desarrollado muchos movimientos sociales en esta época. En un tiempo en el que apenas podemos salir de nuestras casas y reunirnos, hay organizaciones y movimientos populares crecientes que involucran una gran cantidad de gente.
Tal vez se debe al hecho de que muchos han tenido más tiempo libre. No hay trabajo ni oportunidades para socializar fuera de la casa, así que hemos emprendido proyectos que siempre hemos querido hacer. Pero me parece más probable que estos movimientos aparezcan debido a que sus organizadores creen que emprenderlos es necesario. Los organizadores de Black Lives Matter no pudieron esperar la época en la que sería fácil porque, claro, no pueden escoger cuándo ocurre la brutalidad policial ni cuándo ocurren otras injusticias.
Ese tipo de origen, el de necesidad, es la razón por la que se fundó el sindicato de trabajadores estudiantiles en Kenyon (KSWOC, por sus siglas en inglés). Según otros que han reportado sobre el sindicato, no se fundó a pesar de la pandemia, sino porque los trabajadores estudiantiles sintieron que no tuvieron un papel suficiente en el planeamiento de Kenyon al principio del COVID. Pero un sindicato, sin importar sus orígenes, es una institución que puede hacer mucho más que su propósito original. Es una organización viva, con muchos miembros que tienen sus propios intereses. Y estoy seguro de que durará más allá del COVID-19.
Uno de los grupos de trabajadores estudiantiles tiene un papel único en el campus y una experiencia muy interesante en la época del COVID. Los maestros aprendices (ATs, por sus siglas en inglés) están en unas circunstancias especiales. Aunque la gran parte de ellos no está en el campus, siguen trabajando porque son una parte esencial del Modelo Intensivo de Lenguas de Kenyon (KILM, por sus siglas en inglés), que es el programa que maneja las clases introductorias e intensivas de idiomas. La gran parte de los ATs enseñan tres o cuatro horas cada semana, incluso en esta época.
Uno de los problemas más evidentes de todos los trabajadores estudiantiles es que los estudiantes que pertenecen al programa de work-study tienen el derecho de ganar $1,000 cada semestre y muchos no alcanzan esa cantidad. Hay dos soluciones a ese problema: incrementar las horas o incrementar el sueldo. Pero para un trabajador estudiantil que solamente es un AT, estas soluciones tienen sus problemas también. En una semana normal, los ATs del nivel introductorio trabajan seis horas: tres para planificar sus clases y otras tres para enseñarlas. Según muchos profesores del departamento de Lenguas y Literaturas Modernas (MLL, por sus siglas en inglés), sería difícil aumentar las horas porque las clases tienen que estar coordinadas con las clases del profesor. Según el profesor Víctor Rodríguez Núñez, “el problema es que las clases de AT tienen que estar en una secuencia en relación con el syllabus, con lo que uno va enseñando. Es decir, no puede haber una clase de AT antes de la clase del profesor”. Esa coordinación introduce un elemento más al problema de los horarios: son los profesores los que escriben los planes para las clases de AT, no los ATs. Es decir, los ATs solamente pueden tener clase cuando los profesores escriben planes de acuerdo con sus propias clases.
Ese asunto, que los ATs no escriben sus propios planes para las clases, es otro punto de contención. El hecho de que los ATs no tengan la responsabilidad de escribir estos planes es la justificación de que el trabajo de AT es de segundo rango (tier two) en la clasificación de los niveles de pago en el empleo estudiantil de Kenyon, el mismo nivel que los liaisons del Centro de Escritura y los tutores del Centro de Habilidades de Matemáticas y Ciencias (MSSC, por sus siglas en inglés). Los trabajos de tier two normalmente requieren una aptitud intermedia en el campo de trabajo, conocimiento de la materia y una habilidad básica de enseñanza, pero generalmente no requiere que los trabajadores produzcan su propio material.
Muchos ATs argumentan que su trabajo es anormalmente duro para uno de tier two. No solamente tienen que ser hábiles en un idioma extranjero, sino que tienen que enseñar tres clases formales cada semana sin supervisión y poder dirigir a seis estudiantes, un ambiente diferente al del Centro de Escritura o el MSSC, donde es más informal, hay muchos tutores y cada trabaja con un estudiante. Pero según la profesora Mary Kathryn Malone, lo que distingue un trabajo de tier two a uno de tier three es el nivel de independencia que tiene el trabajador: “Students are responsible for carrying [the lesson plans] out, and so I think that that division of training, the faculty write the plans and the students carry them out, deeply affects the level of autonomy”.
Los ATs que apoyan al KSWOC y la administración tendrán que decidir quién tiene razón aquí. Pero si el nivel de autonomía tiene que incrementarse para que los ATs ganen más dinero, se podría implementar una solución como la del profesor Rodríguez Núñez: “yo pienso que una de las cosas que podría fortalecer el programa de AT, y siempre he defendido esta posición, es que ser AT sea una clase. Un semestre que los estudiantes que son ATs reciban crédito por esta clase y reciban entrenamiento en metodología de la enseñanza de una segunda lengua”. Así, los ATs tendrían la responsabilidad de escribir los planes de sus propias clases y claramente caerían en tier three con esta autonomía nueva.
Una ventaja del programa de KILM, según la profesora Malone, es que los ATs no tienen que tomar clases en el idioma que enseñan para ser ATs, lo que permite que los hablantes nativos puedan enseñar clases de AT sin tener que tomar clases en Lenguas Modernas. Además, podría ser impopular este requisito adicional entre los ATs, ya que la mayoría de quienes no son hablantes nativos ya toman clases en el departamento de Lenguas Modernas y tal vez no quieren tomar una clase más para ser ATs.
Pero el pago no es la única cosa que los ATs que apoyan al KSWOC quieren cambiar sobre KILM. El sistema de contratación también ha producido unas quejas, primero, porque los ATs tienen que reaplicar cada semestre que quieren ser ATs, lo que significa la escritura de un ensayo de 250 palabras y la grabación de un video de alrededor de tres minutos. No es para nada imposible, pero a muchos ATs les parece bastante tedioso debido a la alta tasa de recontratación. Además, hay algunas preocupaciones sobre una arbitrariedad percibida en el proceso de contratación, que las solicitudes ni siquiera son tan importantes como se cree. KILM defiende su proceso de contratación como un sistema que circunvala los trámites de Symplicity y otros sistemas que se usan para la contratación.
La percepción de inseguridad del empleo se inspira en otra preocupación principal: el contrato de los ATs. Este contrato generalmente se trata de las responsabilidades de los ATs y una descripción del trabajo, pero no incluye cláusulas de terminación del empleo. Aunque, según la profesora Malone, el despido de los ATs no es muy frecuente y los protocolos son consistentes, la posibilidad de que pudiera pasar les preocupa a los ATs. La profesora Malone está a favor de aumentar los niveles de transparencia en las normas del KILM: “I think more transparency at all levels of students’ employment would be beneficial to everyone” y que “that transparency might be in reworking the contract”. Pero eso realmente incluiría cambios a todos los niveles del empleo estudiantil, lo que es el propósito del sindicato de trabajadores estudiantiles.
Yo soy una persona que ha beneficiado mucho del programa de KILM en Kenyon y espero que continúe con mucho éxito por muchos años. Para eso, hay que reconciliar los deseos de todos en el programa, los ATs, los profesores, la administración, los estudiantes, y asegurarse de que sea un programa que funcione bien para todos los grupos. Es una meta común y se necesita un diálogo serio entre todos los grupos involucrados para cumplirse.
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